martes, 10 de junio de 2008

Mi segunda novela (8)

Su pareja se llamaba Guillermo y tuvo mucho cuidado en no mencionar la palabra “novio”, presentándomele con ambigüedad, como un amigo.
Como antes decía, congeniábamos y nos compenetrábamos. Algunas tardes quedábamos para tomar un vino después de las clases y, a veces, nos recogían nuestros mozos y seguíamos trasegando. No era normal la simbiosis que se había producido entre nosotras. No era dañina, pero casi necesaria.
Pero había algunas cosas que no encajaban. La primera y la más chocante, era que tuviera que ir tan lejos al Instituto, viviendo ella en Madrid y como ya teníamos cierta amistad, un día se lo pregunté.
Sin que le importara lo más mínimo y sin dar ningún rodeo, me dijo que había tenido un affaire con un profesor y que, como ella tenía una beca, como castigo la relegaron a un Instituto periférico. Esa era toda la historia. Al desgraciado del profesor, y dado que ella era menor, le formaron un expediente que, se suponía, habría sido más severo que el desplazamiento que ella estaba sufriendo.
La otra cosa que me llamaba la atención, era esa especie de tirantez que existía entre Guillermo y ella. Parecía que siempre estaban enfadados. Después de pensarlo varios días al final me decidí a preguntárselo y así lo hice.
-- Mira Adriana, me da la sensación de que vosotros no os encontráis a gusto con nosotros, seguramente debido a la diferencia de edad. Lo entendería perfectamente. – De esta manera, parecía que nosotros éramos los culpables y le dejaba la puerta abierta, por si la necesitaba. -- No sé si tenéis algún problema entre vosotros o somos nosotros los causantes de vuestros problemas.
-- Guillermo no es un novio al uso. -- Contestó Adriana con prontitud y de forma desenfadada -- Lo único que hacemos es salir, de vez en cuando y acostarnos siempre que queremos. -- Esto dicho a mediados de los setenta, me resultó muy fuerte. Automáticamente le pregunté que si no tenía miedo a quedarse embarazada y ella, completamente desinhibida, me dijo que utilizaban condón siempre que podían y, cuando no podían, el otro procedimiento.
Iba a preguntarle cuál era el otro procedimiento, pero siendo yo mayor que ella, se suponía que no tendría que hacer esa pregunta, por lo que opté por callarme y no preguntar más sobre el tema.

No hay comentarios: