jueves, 12 de junio de 2008

Mi segunda novela (10)

El viaje a Londres fue visto y no visto y he de decir que estaba perfectamente organizado. Nos fueron a recoger al avión, nos llevaron a la clínica e ingresaron a Adriana, dándole una habitación doble en donde yo estuve con ella en todo momento y, al tercer día, regresamos a España, devolviéndonos, el London Hopital, al Heathrow Airport.
Tardó menos tiempo ella en reponerse que yo y si bien físicamente a ella se le notaban las huellas de su aborto, psicológicamente no le afectó, por lo menos, en apariencia. A los quince días las dos bromeábamos con el incidente y las peripecias pasadas y a los dos meses yo ya no me acordaba. No sé ella.
Recuerdo que el instinto maternal, mal entendido de aquella época, me hizo decirle que tuviese muchísimo cuidado desde ese momento en adelante, lo que le hice prometer. No me contestó; pero asintió con la cabeza y desde luego, que yo sepa, no volvió a tener ningún percance de ese estilo y nunca supe si el embarazo que tuvo fue obra de Guillermo o no. Ya nunca lo sabré, ni a estas alturas me importa y dudo que ella lo supiera, pero en su silencio flotaban las barbas del diablo y tan celosamente guardaba su secreto que llegué a interpretar todo lo contrario pues, en ningún momento me dio a entender un nombre, ni siquiera veladamente.
Cuando llegamos al aeropuerto de Madrid-Barajas, nos estaba esperando Jorge.
Adriana debía llevar muy mala cara porque mi novio le dijo, sin quererla alarmar.
-- ¿Cómo te va? No tienes muy buen aspecto pero claro, después de un viaje en avión yo creo que nadie lo tenemos.
-- Bueno, creo que lo peor ya pasó. Pero me siento algo mareada – contestó Adriana con desgana y una sonrisa dulzona.
-- Venid, vamos a sentarnos a una cafetería.--- Dijo jorge imperativo.
No habían avanzado ni cincuenta metros, cuando Adriana dijo.
-- No puedo más, me estoy mareando.Jorge la cogió en volandas y le acercó al primer banco que vio. Su cabeza iba hacia adelante y hacia atrás sin ninguna fijación. Una vez que la sentó en uno, Jorge me dijo. -- Acércate un momento a los baños y trae un pañuelo mojado.

No hay comentarios: