viernes, 13 de junio de 2008

Mi segunda novela (11)

Jorge la cogió en volandas y le acercó al primer banco que vio. Su cabeza iba hacia adelante y hacia atrás sin ninguna fijación. Una vez que la sentó en uno, Jorge me dijo. -- Acércate un momento a los baños y trae un pañuelo mojado.
Cuando volví, había algunas personas arremolinadas alrededor de Adriana. Me abrí paso como pude y vi que Adriana se estaba reponiendo. Cuando sintió la humedad del pañuelo alrededor de su cara y cuello, el efecto fue inmediato, aunque tardamos unos momentos en reanudar la marcha.
-- Espero que comprendáis que haya tenido que abortar, creo que era mi única solución.
-- No tienes que justificarte ante nosotros, Adriana. – Le dijo Jorge. – Para mí, en estos casos, la solución que da la madre, o mejor dicho la mujer, es la única que vale.
-- Así pienso yo. Pero creo, contra cualquier otra opinión, que no estaba preparada para ser madre. Sin embargo, sí lo estaba para hacer el amor desde los once años. Espero que no seáis de la liga antisexo.
Jorge le contestó con una sonrisa.
--Ni liga antisexo, ni madre a ultranza. Tú has hecho lo que debías hacer y, sobre todo, lo que querías. Nadie tiene nada que decirte, ni reprocharte y si un día algún cura de medio pelo te dijera cualquier tontería de las que suelen decir, mándale a la mierda que allí se encontrará en su casa.
Era la primera vez que le oía a Jorge ese pensamiento y Adriana se río por primera vez después de su aborto

* * *

No hay comentarios: