lunes, 9 de junio de 2008

Mi segunda novela (2)

Por último, cuando encontramos a una irreconocible Adriana, estuvimos hablando con ella más de una semana durante diez o doce horas al día y quizá se nos quedó alguna pregunta olvidada que tuvimos que completar por deducción, intentando no hacer leña del árbol caído.
Nos contó todo lo que nos podía interesar y muchas otras que no nos servían para nada: la forma de vestir de sus hijos y de su marido, la forma de hacer el amor con él y con sus amantes, el carácter de las novias y novios de sus hijos y toda una retahíla de cosas que yo desconocía a pesar de verla, todos los días, durante muchos años.
No solamente nos entrevistamos con ella sino también con toda la familia Ruiz. Visitamos, en dos ocasiones, a los detectives que intervinieron en el caso e incluso a algunos de los amantes que tuvo. Hablamos con los novios y novias de sus hijos, con la servidumbre de los hoteles por donde pasó, con el gerente del hotel donde se hospedaron, con los recepcionistas y, en fin, con todas aquellas personas que pensamos podían haber tenido relación con mi amiga Adriana.

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